Uno de los primeros recuerdos que tengo relacionados con los videojuegos es la saga de Zelda. Veía a mucha gente jugando al Phantom Hourglass, y obviamente me empecé a interesar mucho por las aventuras de Link, sin ni siquiera saber que ese era su nombre. Más adelante cuando me regalaron al fin mi NDS, entre los múltiples juegos que tenia, se encontraba el Spirit Tracks, la siguiente entrega, y obviamente me metí de lleno en su mundo. Rápidamente me enganche al título, era divertidísimo, destacando sobre todo las mazmorras. A saber cuantas horas le metí intentando averiguar como superar sus puzles y seguir adelante. En definitiva un juego al que le tengo cariño.
Con el tiempo empecé a entrar más en la saga, y fui probando algunos de los juegos de la GBA, como el A link to the past o el Minish Cap. Y obviamente cuando salió la Nintendo Switch una de las razones por las que me lancé por ella fue mi queridísimo Breath of the Wild, aparte del aun muy esperado Metroid Prime 4, por el cual sigo teniendo fe. Es por esto que, al igual que otros muchos fans, cuando vimos en el E3 de 2018 el anuncio de Tunic, un juego indie de un Zorrito adorable en vista isométrica, donde el desarrollador se había currado hasta su propio idioma para el juego, pensamos automáticamente en The Legend of Zelda.
Solo es el comienzo…
Como bien se mostro en el E3 nuestra aventura comienza en la orilla de una playa, directamente nos lanza al mundo a explorar. Mientras comenzamos andando a nuestras anchas por el mundo, nos vamos encontrando con diferentes páginas de un manual de Tunic. Estas paginas nos indicaran a modo de «tutorial» las diferentes mecánicas del juego, objetos, nuestros objetivos, la historia etc. Como si de un manual propio de los 80’s o 90’s se tratase, de hecho es clara la inspiración en el manual de Zelda II. Lo mejor de su diseño es lo bien colocada que está cada página, consiguiendo las esenciales en el momento justo para descubrir una nueva mecánica, objetivo o un secreto que te ayude a seguir avanzando, pero para completarlo al 100% tendrás que buscar el resto de páginas escondidas por el mundo, y conseguir una sorpresa tal vez…
Otro detalle importante en el que se cimenta el juego es su lenguaje propio. Casi todo el juego esta escrito en una lengua inventada, salvo un par de palabras esenciales que tenemos traducidas, con las cuales tendremos suficiente información para nuestras teorías y seguir entendiendo un poco más como funciona este mundo. A partir de ahí, el resto está en nuestras manos.
Mucho más de lo que parece
Lo que se vuelve evidente es que casi toda la influencia del juego proviene de Zelda, desde la exploración y las mazmorras, hasta el arte y el diseño de muchas zonas. Pero lo que ninguno esperábamos, y a mí me ha sorprendido gratamente, era la influencia de Miyazaki en el juego (Sí, Tunic es el Dark Souls de los Zelda clásicos).
El toque de From Software se ve claramente en el uso de las hogueras y en la muerte, con la que perderemos parte de nuestro dinero, pero no todo por suerte. Y también trata de jugar con la dificultad, ofreciendo una muy buena progresión con los diferentes enemigos que se te presentan y múltiples bosses. El único problema que le veo es que a partir de un momento en la historia, que no voy a spoilear, el juego te pega semejante ostia que no te la ves venir. Y entonces la progresión se va un poco a pique. Pero en cuanto te recuperas del golpe, todo vuelve a ir como la seda.

Siempre hay otro secreto
Pero si hay algo que me ha motivado a seguir con Tunic, sobre todo en ese punto que he comentado antes, el cual parece estar hecho para alargar artificialmente el juego, es su mundo lleno de secretos. La curiosidad te empuja a querer seguir, a saber que más secretos hay. Ya sea a través de la historia, del manual, o gracias al backtracking con diferentes objetos. Siempre hay otro secreto y eso lo hace una experiencia increíble.
Y no solo eso, porque este juego está para descubrirlo en compañía. De hecho, se creó en su día un servidor de Discord oficial, para que los diferentes compañeros de prensa pudieran comentar entre ellos el juego y ayudarse mutuamente a descubrir los diferentes recovecos del juego. Es notorio que desde la concepción del juego estaba claro que una parte esencial de la experiencia iba a ser compartirla. Sobre esto he de decir que yo no tuve la ocasión de entrar en el servidor oficial (empecé el titulo un día antes del lanzamiento, perfect timing), pero a sabiendas de este detalle, estuve comentando el juego con conocidos a lo largo de la aventura, pidiéndonos algún consejo o viceversa. Es una gran sensación que, después de haber estado buscando «algo», una persona te indique una dirección en la que ir, nada más, para a posteriori encontrar ese «algo».

Candidato a GOTY
Con todo esto hay algo que potencia todas estas sensaciones de descubrimiento constante, es su música, una banda sonora perfectamente medida que te acompaña durante toda la entrega, dándole a cada zona una sensación única, pero sin sacarte de la inmersión del juego.
Tunic puede que comience de manera sencilla, pero cuanto más avanzas, más te quieres adentrar a su mundo. Es un título que engancha de principio a fin, diseñado con mano diestra y que otorga una de esas experiencias que muy pocos juegos dan, yo tengo claro que se ha convertido en un candidato a juego del año.
