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Lemon Cake: Imagina ser autónomo – Análisis Switch

Por Dante

Lemon Cake es un juego sencillo, agradable, apacible, tranquilo y tan relajante que puede hacer que tires tu Switch por la ventana.
Desarrollado por Cozy Bee Games y distribuido por Soedesco, salió al mercado en febrero de 2021 y actualmente está disponible para PC, PS4/5, Xbox One, Series X/S y Nintendo Switch, plataforma en la que lo he intentado analizar.
Y digo esto último porque tengo que avisar de que no he podido completar el juego. Aunque le he dedicado el tiempo suficiente para apreciar sus mecánicas y su potencial evolución, me provocaba una constante aceleración en el ventilador de la Switch y generaba un ruido extraño en la máquina, por lo que no quise continuar arriesgándome.
La distribuidora, siempre muy atenta, nos comunica que no le han reportado más casos como éste, así que no puedo asegurar que no sea algo puntual de mi consola, pero creo necesario decirlo.

Comprando negocios con sorpresa

Somos una persona (importante destacar que el editor de personaje no exige definir género y podemos tener la imagen que deseemos entre todas sus opciones independientemente) que se compra una vieja pastelería para ponerla en marcha de nuevo y, cuál es nuestra sorpresa, cuando en su interior nos encontramos a la antigua propietaria… en forma de fantasma.
Esta, desvariando ligeramente, nos dice que para igualar la grandeza de su pastelería tendríamos que saber hacer su famoso «Lemon Cake» (lo ha dicho, lo ha dicho), pero que es una receta demasiado complicada para novatos y tendremos que empezar con cosas más fáciles.
De esta forma el juego ya nos ha presentado el que parece ser el objetivo final de nuestra historia y a quien va a ser nuestra acompañante y asistente en esta aventura conocida como ser autónomo y tener un «pequeño» negocio.

Nuestra cocina se puede convertir en una auténtica bestia incapaz de ser domada por una sola persona

Los comienzos ¿siempre son fáciles?

Al principio todo es relativamente sencillo: tenemos una mesa donde preparamos los productos, un horno de leña donde cocinar los que sean necesarios y, en otra habitación, una mesa con dos sillas para los clientes.
La fantasma nos dará algunas recetas que tendremos que cocinar con los ingredientes que tenemos allí según nos los vayan pidiendo los clientes. Algunos se servirán «crudos» y otros tendremos que pasarlos por el horno un determinado tiempo antes de servirlos. Además, el horno se apagará si no le echamos leña regularmente.
A medio día, más o menos, llegará la «hora punta» y habrá mayor afluencia de clientes, por lo que tendremos que ser más rápidos y precisos. Para dificultar esto tenemos un handicap: irán apareciendo manchas por la cocina aleatoriamente que nos harán movernos MUCHO más despacio, así que tendremos que dedicar un poco de tiempo a coger la escoba y limpiarlas si no queremos quedarnos atascados.
Cuando el último cliente se vaya y se cierren las puertas, la fantasma hará un recuento de los pedidos que hemos hecho bien, los que hemos hecho mal, los que se han quemado y el dinero que hemos ganado. No nos pasa una, no.
Y después, en base a nuestros avances, nos irá dando nuevas recetas cada vez más complejas.
Además, con el dinero conseguido podremos comprar mejoras y elementos necesarios para continuar evolucionando como cocineros. Aquí es donde comienzan los problemas.

La tienda, que al principio parece un local abandonado, termina por convertirse en un auténtico cuadro barroco

Capitalismo desenfrenado

Al entrar en el árbol de mejoras observamos que no es demasiado extenso, con diferentes ramas centradas en mejoras concretas, pero en cuanto exploramos un poco nos percatamos de que los precios se disparan enseguida.
Las primeras mejoras, como expositores para que los clientes puedan coger productos si no hay mesas libres, nuevos ingredientes e incluso un nuevo horno para la cocina, son relativamente asequibles. Sin embargo, el precio de las mejoras aumenta de forma mucho más exagerada que nuestras ganancias.
Es cierto que los nuevos productos cuestan más dinero y que podemos conseguir potenciar las ventas planificando bien el menú (no repitiendo demasiados ingredientes, productos a menudo, contando con cosas sin gluten o vegetarianas, etc), pero la mejora es muy leve en comparación a nuestras necesidades, por lo que el avance se frena bruscamente apenas llevada una hora de juego.
Para tratar de compensar esto, el juego introduce a un nuevo personaje: otro fantasma. En este caso el fantasma de un inspector de sanidad o algo así, que decide que hay muchos insectos en nuestro negocio (aunque sólo salen cuando aparece él) y nos ofrece dinero a cambio de capturar todos los que podamos en determinado tiempo.
Esta oportunidad sólo aparece cada ciertos días, pero al principio se agradece porque se consiguen interesantes cantidades de dinero.
Desconozco si hay más añadidos como este que den más dinero, pero si no los hay este sistema también se volverá obsoleto pronto frente al coste de las mejoras avanzadas.

Lo que comienza siendo un invernadero al final parece el juego de la granja de Facebook

El poder de un autónomo no conoce límites

Puede que os estéis preguntando por qué antes puse «pequeño» negocio entre comillas. Y aquí viene la explicación.
Aparte de las mejoras antes mencionadas, pronto podemos encontrar la opción de poner plantas en un invernadero, como una planta de cacao o una de fresas. Pero la cosa no se queda ahí, ya que también tendremos la opción de comprar una vaca para ordeñarla o una gallina para tener huevos frescos. Evidentemente todos estos elementos tienen que ser cuidados durante el día, por lo que más adelante el tiempo del que disponemos para todo será muy limitado, sobre todo cuando hayamos añadido la opción de servir café, dejar entrar gatos en la cafetería, tener tres hornos e incluso un congelador.
Es por ello que hay mejoras como un ayudante muy dulce para servir café y limpiar mesas o una escoba digna de Disney que nos ayudará con la limpieza. Eso sí, tranquilos, también hay hueco para la normalidad, como un aspersor para regar las plantas.
Además, como nuestra casa está justo en el piso superior de la pastelería, Lemon Cake no se olvida de que también quiere ser un juego acogedor, por lo que tenemos todo un árbol de mejoras dedicado a decorar el cuarto en el que nos levantamos cada mañana e incluso podemos adoptar animales para que nos hagan compañía.

El ordenado y desequilibrado árbol de mejoras, causa y a la vez solución de todos los problemas del juego

Sencillo, pero no del todo funcional

Quiero volver a repetir que no he podido completar el juego y sólo le he podido dedicar unas horas por problemas técnicos, por lo que puede que en momentos más avanzados la cosa cambie, pero mi impresión es que es un juego bien planteado al que le falta pulirse.
Esteticamente es agradable, pero los movimientos y expresiones de los personajes se notan poco fluidos. El control es mejorable y poco preciso, por lo que a veces pensarás que estás haciendo algo y no es así porque te encuentras un pixel a la derecha. Las mecánicas son las básicas en un juego de estas características y cuenta con los handicaps suficientes para ponerte en aprietos, pero el avance se vuelve tan lento que pronto se tornan repetitivas y te sientes estancado, atrapado en una especie de Día de la Marmota.
Si te gustan los juegos de gestión de negocios sencillos cuya dificultad se basa en la velocidad para atender a veinte sitios a la vez, te gustará, funciona igual de bien que la mayoría de los que han salido en los últimos 15 años, pero probablemente será mucho mejor con unas cuantas actualizaciones que lo equilibren y expandan.

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