Lo cierto es que no soy un fanático de las artes marciales, más allá de algún escarceo con el kárate siendo yo (bastante) más pequeño. Sin embargo, sí me gusta el cine que engloba este tipo de disciplinas, aunque nuevamente no llego a ser ningún experto en el mismo. Mi infancia está plagada de películas de Jackie Chan, alguna que otra de Bruce Lee y también de Jet Li. Llegué a Sifu con la imagen mental de The Raid, pero es sin duda alguna mucho más, es toda una oda al cine de artes marciales que te deja experimentar la adrenalina de primera mano.
Una historia clásica
La venganza es una de las tramas más usadas como motor que impulsa al protagonista. En Sifu comenzamos manejando al que será el asesino del padre (y Sifu) de nuestro o nuestra protagonista. De hecho, lo matamos prácticamente nosotros al derrotarlo en combate.
Tras esto comenzará un interesante montaje de entrenamiento que tiene 3 fines: servir de tutorial, hacer de créditos iniciales e introducirnos en la narrativa (vemos a nuestro personaje entrenar contra imágenes mentales de sus enemigos). Los créditos de inicio más interesantes que he visto en años en un videojuego. Pero más importante aún, nos deja claro que nuestro protagonista no es consciente ni de su fuerza ni la de sus rivales, algo crucial en las artes marciales, saber medir al adversario.
El camino a las artes marciales
Aunque claro esto último no lo descubriremos hasta que el segundo jefe nos de una santa paliza digna de los libros de historia. Lo interesante aquí es cómo el título decide basar lo que cuenta en dos planos distintos. El primero es nuestra historia de venganza personal, la predefinida escrita por los guionistas de Sloclap. El segundo es el nuestro propio, el que veremos avanzar conforme nos hagamos al título, en cuánto empecemos a envejecer por nuestros errores que nos llevarán a la muerte.
Es posible que así aprendamos mejor el auténtico significado de ser un Sifu o del camino de las artes marciales. Hay que perseverar, hay que buscar la mejora siempre y hay que aceptar que nunca lograrás perfeccionar tu técnica. El hecho de que nuestro personaje envejezca, pero no sea mejor per sé (ya que al envejecer perderemos salud, pero ganaremos daño) es un reflejo de esos maestros de las distintas escuelas marciales que perfeccionan técnicas hasta el final de sus vidas. La perfección no existe, hay que buscarla siempre.

El arte de la lucha
El tema de la narrativa y el cómo nos intenta guiar como un maestro exigente es interesante, claro, pero aquí habéis venido a saber una cosa. ¿Qué tal los guantazos? En una frase diría que, increíblemente satisfactorios y divertidos. Pero no nos quedemos ahí, hablemos de los claroscuros que presenta Sifu en su jugabilidad.
Sifu refina lo presentado en Absolver (el título anterior de Sloclap) y nos trae una experiencia única, una traducción perfecta de los clásicos beat’ em up al 3D. Estamos ante un título con una sensación de juego espectacular, en la que notas cada puñetazo o patada (tanto dados como recibidos) y en la que cada pequeña victoria se hace notar como algo grande.
Es probable que al principio os abrume la cantidad de cosas que se pueden hacer, incluso el memorizar ciertos combos necesarios para pelear correctamente, pero en cuánto Sifu hace click no puedes parar. Te adentras en una espiral de frustración y éxtasis casi constante. Derrotas a un portero de discoteca para acto seguido entrar en la misma y derrotar a siete personas por tu cuenta. Y cuando crees que todo ha terminado una nueva oponente se lanza hacia ti, más habilidosa, dura y rápida. Y ahí ya estás dentro de esa vorágine de violencia.

Golpear, esquivar, contraatacar y repetir
Una vez entras en ese flujo de golpes, contragolpes, parrys, paradas y esquives, en cuánto te sientes lo bastante poderoso para avanzar, el título te recuerda que la perfección no existe y te da una colleja en forma de minijefe o directamente el boss final de la zona. Aquí me encuentro dividido entre dos pensamientos. El primero es el de saberme un negado para este título, Sifu se me ha dado mal y los bosses lo han dejado bastante claro. El segundo es el de plantearme hasta que punto es justo que un enemigo se ría de tus puñetazos y patadas bien ajustados y ejecutados en el momento adecuado.
Y aquí me encuentro con mi problema con el título de Sloclap, es inconsistente. No me malinterpretéis, el juego es espectacular y entretenido todo el rato, pero los picos de dificultad a los que te somete en ciertas ocasiones mandan al traste un poco lo que el título pretendía conseguir. Ya no sientes esa progresión natural de mejorar tú mismo cuando un enemigo con hiperarmadura decide que el da igual que hagas parrys o que le pegues un puñetazo en las costillas justo cuando te va a atacar. La magia se desvanece un poco en ese momento y recuerdas que esto es un juego exigente y que a veces toca tragar con este tipo de cosas.

Exploración y repetición
La progresión de Sifu se da por varios lados. La primera y más clara es la de usar puntos de experiencia en habilidades o mejoras. Esto podremos hacerlo al morir o encontrando algunos de los santuarios que hay repartidos por los niveles. En dichos santuarios tenemos la opción de mejorar cosas respecto a la edad que tengamos (algunas se bloquearán conforme envejecemos), de hacerlo con la puntuación del nivel (cuánto más enemigos derrotemos sin que nos toquen más conseguiremos) o usar la experiencia adquirida en el árbol de habilidades o quizás en aumentar la barra de concentración (entre otras cosas). Este es el método de progresión más claro y directo.
El segundo sería sin duda alguna nuestra propia mejora como jugadores. Aprender a esquivar mejor, a encadenar los golpes, jugar con el entorno o hacer parrys de la forma adecuada serán cosas que irán permeabilizando poco a poco en nosotros hasta ser máquinas letales.
El tercero se da mediante la exploración de los escenarios y la repetición de los mismos. Iremos desbloqueando atajos al adquirir llaves, lo cual nos permitirá repetir el nivel acortando el tiempo que nos lleva y la cantidad de enemigos a la que nos enfrentamos. Esto será de gran ayuda para llegar con menos edad al siguiente nivel.

La belleza de lo sencillo
Sifu no es el juego más puntero gráficamente que vayáis a ver, de hecho, opta por modelos lowpoly y texturas sencillas para adoptar ese estilo visual tan suyo. Y debo decir que a veces choca un poco, pero que el conjunto final es precioso. La imaginación a la hora de diseñar los escenarios, el buen uso de las luces y en general el buen gusto dotan a este juego de un apartado visual delicioso que entra por los ojos y se te queda grabado. Aunque por desgracia esto decae un poco en la segunda mitad del juego, donde parece que no estaban tan inspirados. Aún así sigue siendo una maravilla.
Pero lo que de verdad hay que aplaudir son las animaciones. Cómo me alegro de que le hayan dado tantísima importancia a esto porque se hace notar. Sabes cómo te van a atacar tus enemigos y siempre tienes ese tiempo de reaccionar de la manera adecuada. Tu personaje golpea de manera fluida y orgánica, te deja notar cada acción que haces como algo tuyo y se siente bien. Los golpes tienen peso y fuerza, y eso en un título que va de pegarse se agradece muchísimo.
Sonoramente logra transportarte perfectamente a ese ritmo alocado y desenfrenado de una pelea sucia en la que usas cualquier herramienta a tu alcance para vencer a tus enemigos. Llegando a puntos más épicos en ese duelo uno contra uno contra el jefe de zona. Además, te da pequeñas pistas sonoras cuando un enemigo está vulnerable a una ejecución, facilitando aún más que tu atención no se disperse demasiado entre todos los detalles en pantalla.

El descanso del Sifu
Es posible que el juego de Sloclap sea, si no el mejor, de los mejores del género. Hay un grupo de personas al que este juego les va a fascinar a muchos niveles y al resto, bueno, es disfrutable a más no poder. Si os gusta el desafío, la sensación de victoria y conquista y no os da miedo ser derrotados varias veces, este juego es genial para vosotros. No es perfecto y hay temas que escaman un poco, pero es sin duda el mejor título al que he jugado de darse de puñetazos con mucha gente. Ahora si me disculpáis tengo que seguir perfeccionando mi técnica, quiero llegar al final siendo joven y no un anciano de 67 años.
