El estudio francés OSome Studio nos trajo en 2015 este llamativo juego de puzzles y terror, y en 2018 llegó a Nintendo Switch para completar la lista de plataformas en las que está disponible: PC, Linux, MAC, Xbox y PS4.
Además, las ediciones físicas, tanto normal como deluxe, nos llegan de la mano de Tesura Games y ya están disponibles.
Entrando por los ojos
White Night es un juego directamente basado en el film noir tan popular entre los años 30 y 50, época en la que también se ambienta, algo que plasma a la perfección.
Todo el título presenta un apartado visual de claroscuros muy contrastados, sin grises, llevando al extremo lo presentado en el cine al que imita. Además, la historia se ambienta en la época de la Gran Depresión de E.E.U.U. y nos plantea un thriller, cerrando del todo una ambientación casi intachable.

Y es que el único punto negativo que le encuentro a la ejecución es la dificultad, en ocasiones, para saber qué estamos viendo en pantalla. La ausencia de tonos intermedios y luces y sombras mal colocadas deforman demasiado las figuras de algunas escenas, lo cual es problemático en un juego donde el entorno y la situación de nuestro personaje son tan importantes.
No obstante, ésto ocurre en situaciones muy contadas y no es un problema general.
Se agradece, además, que la interfaz sea mínima, lo que entorpece muy poco la visión.
El Dark Souls de los thrillers
Antes de que encendáis las antorchas, tranquilos, es sólo una broma que entenderéis más adelante.
White Night nos presenta la historia de un hombre que, tras un accidente de tráfico, se ve obligado a entrar por ayuda a una mansión cercana sin saber que esta esconde oscuros secretos en los que se verá involucrado.
Con este comienzo recorreremos una trama de asesinatos, locura, misterios y algunos eventos paranormales de la que, en su mayoría, nos enteraremos a través de objetos coleccionables que iremos encontrando por todo el lugar.
Y es que lo que tiene más relevancia no es lo que ocurre, si no lo que ha ocurrido, al más puro estilo de los juegos de Miyazaki.

No obstante, esto no significa que nuestro paso por la casa no tenga ninguna relevancia, sino que sería imposible de entender si no leemos todo aquello que vayamos encontrando y que nos situará en contexto.
Dicho esto, aunque el final es bastante predecible, la historia logra atraparte, e ir conociendo los pormenores de la casa y sus habitantes es adictivo. Pero, y aquí surge un pequeño problema, al ir encontrando estos coleccionables al azar, no los leeremos en el orden que fueron escritos, por lo que recomiendo una posterior lectura general.
Jugabilidad, clásica pero funcional
Al ponernos a los mandos, White Night no arriesga lo más mínimo y nos presenta unas mecánicas muy clásicas, con algunas decisiones cuestionables.
Nos moveremos con un joystick y el otro no tendrá uso, pues el estudio ha optado por cámaras fijas que emulan los antiguos survival horror y que, en pos de darnos planos cinematográficos, en más de una ocasión nos desorientarán o estorbarán con sus cambios. Después contaremos con un botón para «correr», otro para interaccionar con los objetos y un último para encender y apagar las cerillas, el elemento más importante del juego.

Y es que la mansión cuenta con una red eléctrica un tanto lamentable, por lo que la mayor parte del tiempo lo pasaremos en la oscuridad y las cerillas que encontremos serán la única manera de iluminarnos. Pero, cuidado, porque los peligros que acechan en el edificio no temen a ese tipo de luz y tendremos que recurrir a la modernidad siempre que podamos.
Por ello no es de extrañar que la mayoría de puzzles estén relacionados con la luz eléctrica, mientras que otros servirán para abrir puertas. Si bien la variedad de objetivos no es mucha, las mecánicas para resolverlos sí varían más y apenas ninguno supone una gran dificultad, aunque puedes llevarte más de un quebradero de cabeza si no prestas atención.
Toda luz tiene su sombra
Pese a que, a rasgos generales, todo lo que he dicho de White Night es positivo, no es un título perfecto y tiene varios problemas.
El primero, y más molesto, son los tiempos de carga. Y no hablo de las cargas al morir o al pasar de capítulo, sino de momentos en los que la pantalla se congela hasta diez segundos en un simple cambio de habitación, rompiendo por completo la atmósfera y la inmersión del juego, sobre todo si estamos huyendo o a punto de resolver un puzzle.
No obstante, no creo que sea nada que un parche no pueda solucionar, aunque ya deberían haberlo hecho a estas alturas.
Por otro lado, tenemos la mezcla de dos que ya he mencionado anteriormente: los cambios de cámara, sus planos y la iluminación. Todo nos pueden llevar al desconcierto en algunos momentos, hasta el punto de desorientarnos y tardar unos instantes en ubicarnos, lo que es fatal en momentos de persecución.
Y por último está el problema de los enemigos, de los cuales no podemos defendernos (una decisión típica para aumentar la tensión sobre el jugador) y que apenas veremos con tiempo, llevándonos más de un susto. El problema es que, en algunas pantallas concretas, es tal su número y retorcida su ubicación, que hace casi imposible pasar sin que nos atrapen.
Se supone que nos dan una pista sobre cómo evitarlos, de la que no haré spoilers, pero a lo largo de mi partida no he logrado comprobar si esa mecánica realmente funciona.
Cabe destacar una decisión que no termino de comprender: el juego nos ofrece unos sillones para guardar la partida, pero también tiene un sistema de autoguardado tras descubrimientos importantes, que los hace casi inútiles.

Una buena historia sin muchas complicaciones
En resumen, White Night es un buen juego, pese a algunos de sus errores, cuya historia es bastante entretenida y que no plantea grandes dificultades a quienes quieran disfrutarla.
Con una duración aceptable para un juego del estilo (unas 5 horas, buscando todos los coleccionables) y con un apartado audiovisual muy notable, es una propuesta llamativa que es difícil no recomendar a quienes gusten de thrillers clásicos y jugabilidades clásicas.