Hace poco, Nintendo anunció el cierre de las tiendas digitales en 3DS y WiiU. La adquisición de juegos ya no será posible a partir de marzo de 2023, pero la fecha límite más importante es el 29 de agosto. A partir de entonces, no tendremos ninguna manera de agregar fondos a nuestra cuenta eShop de estas consolas. Solo nos quedaría usar el dinero ya acumulado o canjear directamente códigos de descarga específicos de sus respectivos títulos. Mientras que una gran cantidad de lanzamientos serán casi inaccesibles debido a su alto precio en el negocio de copias físicas de segunda mano, otros, que son exclusivamente digitales, directamente desaparecerán del todo. En Nintendo 3DS, uno de estos juegos es Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale.
¿Qué os puedo decir? Desearía con todo mi corazón poder recomendároslo. Prometeros que es una joyita oculta. Que deberíais correr ahora mismo a quitar el polvo a vuestra 3DS y comprarlo, porque probablemente se perderá para siempre con el fin de la tienda digital. Desde Nexel queríamos darle una oportunidad a este título, que nos había causado curiosidad en su lanzamiento en 2013, pero que nunca hemos llegado a probar. Era ahora o nunca. No obstante, si os soy completamente honesto, el resultado es que puedo apreciar el encanto de su ternura y su honestidad, pero no mucho más.
Pero empecemos con un poco de contexto.
Recuerdos de otros tiempos
Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale es un juego narrativo de aventura con una jugabilidad modesta, que no llega a las 5 horas de contenido, y solo cuesta 7,99 €. Level-5 actuó como publisher, cuando la compañía acababa de sacar su último juego principal del Profesor Layton, contaba ya con múltiples Inazuma Eleven y estuvo a punto de estrenar el primer Yokai Watch en Japón, que terminaría superando incluso algún lanzamiento de Pokémon de 3DS en el país. No era aún su momento de máxima confianza, pero estaban cerca de llegar ahí. Era un período en el que se ocuparía de traer un proyecto nicho como el protagonista de este análisis en versión localizada a Occidente. Hoy, en 2022, Level-5 llevará cerca de 2 años desde que cesaron su actividad fuera del mercado nipón.
El desarrollo de Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale fue responsabilidad de Millennium Kitchen, junto a Aquria, ambos estudios pequeños de Japón. De hecho, es el único título de Millennium Kitchen que ha sido localizado hasta el día de hoy. Eso sí, solo al inglés; desafortunadamente no está disponible en español. Quizás os suene el juego de Shin Chan para Switch, que parecía tan bonito como un episodio jugable de una versión moderna del anime, y que únicamente se mostró en la versión japonesa del Nintendo Direct de febrero de 2021. Pues bien, Millennium Kitchen también está detrás de aquel proyecto.

En Japón, la desarrolladora es conocida por una serie entera de juegos llamada Boku no Natsuyasumi. El nombre se traduce como Mis Vacaciones de Verano, y todos ellos tratan de las experiencias durante esa época de un niño en zonas rurales o costales de Japón en los años 70 y 80. Sus actividades incluyen pasatiempos como la caza de insectos o la pesca, y parecen reflejar una típica infancia que habrían vivido los críos que compartieron lugar y tiempo con sus protagonistas. Una infancia como, probablemente también, la de Kaz Ayabe, el director de los lanzamientos de Millennium Kitchen, que nació en 1965.
Huellas de gigantes
Las premisas de las obras de Ayabe se sienten como muy auténticas, celebrando algo propio de su cultura y su identidad. Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale no es ninguna excepción, pero se centra en un par de aspectos concretos. Nada más abrirlo, el juego nos saluda con el siguiente texto:
En los años 50, la floreciente industria de la cinematografía en Japón reinventó la «película de monstruos». Los monstruos gigantes de la época eran «kaiju» que a menudo simbolizaban los efectos de la polución, como la radiación y experimentos de bombas de hidrógeno.
En los años 60 y 70, nació el «espectáculo de héroes». Valientes héroes retaban a los kaiju en horario de máxima audiencia en la televisión, y toda la nación lo seguía.
Los héroes eran tan grandes como los monstruosos kaiju, pero eran más como amigos para los niños de Japón, o quizá más como un padre que los protegería, sin importar los sacrificios que tendría que hacer…
Así es como el juego nos proporciona el trasfondo de la historia que estamos a punto de empezar. Cuando iniciamos la partida propiamente dicha, aprendemos más del punto de vista de la narrativa con una de las canciones de introducción más dulces que he oído en cualquier videojuego:
Y es que, igual que los demás proyectos de Millennium Kitchen, Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale nos cuenta un relato dedicado a la visión del mundo de los niños. Una narradora nos presenta el protagonista, el pequeño Sohta, y nos guía a través de los eventos en el argumento, como si se tratara de una serie de dibujos para críos en la televisión japonesa. Nos encontramos en 1971 en un pueblecito cerca de Tokio, donde es sabido que, cada viernes, aparecen monstruos gigantes. Como jugadores, nos quedamos con esta expectativa, y estamos un poco confusos cuando la madre de Sohta lo envía a hacer un recado uno de esos viernes, alertándolo del peligro como si no fuese nada más que una pequeña inconveniencia.
Prácticamente el juego completo se desarrolla a lo largo de este viernes. La familia de Sohta se instaló en su nuevo hogar hace solo unos días, con lo cual Sohta será testigo de los misteriosos acontecimientos por primera vez, igual que nosotros. En cuanto al gameplay, el juego consiste esencialmente en orientarnos por el pueblo y hablar con los demás habitantes para avanzar la historia. Los varios fragmentos narrativos se clasifican como «episodios», y podemos tener más de uno activo a la vez, cada uno con su propio objetivo. En la mayoría de ocasiones, el mapa de la pantalla táctil nos muestra donde tenemos que interactuar para progresar en los episodios. Las escasas veces que el juego no lo marca, simplemente toca hablar con el personaje que claramente ha cambiado de sitio porque trae diálogo nuevo.
La jugabilidad principal no supone ningún reto particular. La única misión que tiene cierto componente de puzle de lógica también nos da la solución de forma inmediata en el mapa, algo que me ha parecido un desperdicio de permitir la sensación de descubrimiento al jugador. Sin embargo, Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale sí cuenta con otra faceta de gameplay, aunque parece casi opcional: un juego de cartas.
Más corazón que cartas
Desde el primer minuto de controlar a Sohta, podemos coleccionar Monster Glims (destellos de monstruo), que aparecen como pequeños objetos brillantes en los caminos del pueblo y sus alrededores. Cada uno de ellos pertenece a un monstruo concreto, y cuando hayamos coleccionado suficientes del mismo monstruo, recibimos su correspondiente Monster Card (carta monstruo). Una vez tengamos cinco Monster Cards, nos ganamos el derecho a retar a nuestros amigos en el pueblo.
Las partidas con las cartas son bastante sencillas. Los dos oponentes eligen 5 cartas cada uno y las ponen con la cara abajo en la mesa. Cada carta corresponde a un «elemento», piedra, papel o tijeras, y tiene un número asignado que representa su fuerza. Las 5 cartas de ambos jugadores se enfrentarán en duelos uno a uno todas a la vez, y se determinarán los ganadores según la combinación de elementos, y en caso de empate, la fuerza.
En un primer momento no se giran las cartas, sino que solo se revela el resultado total de la constelación actual. Por ejemplo, nos dice que de los 5 duelos tenemos tres victorias, una derrota y un empate. Luego se hace público el resultado de dos duelos concretos, y con esta información, el jugador que está ganando tiene que intercambiar dos de sus cartas de posición. Finalmente se revela un tercer resultado de los duelos, y el jugador en desventaja también debe intercambiar dos cartas, para intentar empujar la partida a su favor. Entonces se giran todas las cartas y se determina el ganador final de los 5 duelos.

La verdad es que las partidas de cartas no son particularmente interesantes. Aplicando el razonamiento lógico es fácil ganar la mayoría de veces, y la IA no hace movimientos notables que le den algún elemento especial. Lo que sí que hay que remarcar es el contexto sumamente adorable de los combates de cartas. Los niños del pueblo tienen unas reglas establecidas que dicen que el perdedor se convierte en el sirviente del ganador, que será su jefe. Esto otorga al jefe un único simple derecho: en cualquier momento puede lanzar un conjuro a su sirviente para que este deba hacer como si se cayera al suelo, y luego levantarse a su orden.
Los conjuros son personalizables en el menú, eligiendo entre una de varias opciones para cada «frase» que lo compone, que son esencialmente palabras inventadas que suenan graciosas. Mi conjuro personal era «Jiwa-Jiwa, Fuwa-Fuwa, Doron Doron, Cáete, Eisassa», y os mentiría si os dijera que la tontería no me dibujaba una sonrisa cada vez que oía a la narradora pronunciarlo con su entusiasmado acento japonés.
A pesar de lo simpático que queda todo esto en el juego, recoger una gran cantidad de Monster Glims del suelo por todo el pueblo, justo al empezar, se nota como una mecánica dolorosamente básica y repetitiva. También podemos obtenerlos al finalizar episodios y ganar partidas de cartas, pero más allá de completar nuestra colección no hay ninguna motivación real para hacerlo. Hay algunas cartas con efectos especiales, pero se adquieren demasiado tarde en el juego para que tengan relevancia. La victoria con las cartas es necesaria en solo un único momento para la historia, y no es un desafío precisamente tenso.
Dulce por fuera, hueco por dentro
Lo que ocurre con las cartas — que sí, todo muy precioso, pero no hay realmente sustancia — se puede aplicar, por desgracia, al resto del juego. Visualmente, Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale es bonito, sin duda. Se mezclan modelos 3D de los personajes y las localidades dibujadas a mano en 2D, y la estética funciona. La música es probablemente el punto más fuerte del título, con la banda sonora en la línea de la calidad de la canción introductoria. Su localización al inglés cuenta con algunos juegos de palabras que refuerzan la ternura. Y como hemos mencionado antes, el concepto de la narrativa, repleto de la identidad propia de una cultura y una determinada época, nos calienta el corazón. A priori, todo estaría listo para transmitirnos aquella nostalgia inherente, la sensación de añorar algo que no hemos vivido nosotros mismos.
Y aún así, la historia se queda a un nivel bastante superficial. Sí que podemos disfrutar un poco de la mezcla de la visión del joven Sohta que nos presenta el juego y nuestra interpretación como jugadores. Pero cualquier hito notable en la narrativa es expuesto por un par de frases que lo reducen al tópico narrativo o a la moraleja que quiere representar. Los demás habitantes del pueblo tienen sus minúsculos arcos argumentales, pero un resumen nos daría casi la misma información que el texto entero.

Uno podría defender que tal vez se trate de un juego pensado para niños. Y puede que sea verdad. Ahora bien, creo que si una criatura disfrutara mucho más de este título, sería por el mérito de su propia creatividad despertada por la premisa, más que por la ejecución. Esto no justifica que la narrativa se podría elaborar bastante más y que se quede tan corta. Los giros de trama que inician el clímax dramático combinan lo predecible con lo que viene de la nada. El mix final tiene un gusto que no es ni ácido ni dulce. Ni amargo ni picante. Simplemente es, con lo cual es decepcionante, cuando el plato en sí tenía una pinta cojonuda.
Aunque esto vaya a sonar muy duro, mi insatisfacción quedó perfectamente representada al final del juego. Una vez hayamos visto los créditos, el juego nos da un mensaje de que podemos seguir jugando, pero «que puede que no haya muchas más historias a descubrir». Mi reacción inmediata fue preguntarme: «¿Pero, es que ha habido muchas historias a descubrir hasta ahora?».
No todos los que llevan capa son héroes
Reitero con lo que he abierto este análisis. Me habría encantado poder proponeros Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale como vuestra próxima perla escondida en Nintendo eShop. Pero francamente, no me he quedado con ningún mensaje después de terminarlo. Como mucho, puede que mediante este juego algunos aprendan algo sobre los kaiju y los espectáculos de héroes del entretenimiento japonés. Pero si no tuvierais una mínima idea de estos conceptos, ¿os habríais interesado por el juego?
Al final creo que me quedo decepcionado porque veo el potencial derrochado de una idea chula. Si esa genial dirección artística se hubiese aprovechado para una película, con más énfasis en los diálogos, el desarrollo de su narrativa, y su expresividad a través de la animación, quizás podría haber surgido un clásico de culto. Pero tal y como ha quedado, Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale es un juego con una idea y una presentación bonita, pero nada más.