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Chicory: A colorful tale – Análisis Switch

El videojuego del arte

Por Aitor Zuloaga León

Actualmente hay decenas de juegos que centran sus mecánicas en pintar. Mismamente tenemos este año un Splatoon 3, que se centra en llenar todo de tinta/pintura para ganar la partida, incluidos a tus enemigos. También hay otros buenos ejemplos como los Drawn to life, en el que durante toda la historia tú ibas dibujando diferentes objetos en la pantalla táctil de la NDS para poder avanzar. Incluso tenemos Art Academy, otro juego para NDS, pero esta vez en el que gracias a unos tutoriales te enseñan (o al menos lo intentan) a dibujar con la pantalla táctil, usando tu palo de lápiz o pincel.

Y para completar este repaso, quiero comentar que es lo que tienen en común todos estos juegos. A pesar de que todos centren sus mecánicas en el arte del dibujo y la pintura, ninguno se centra en lo que supone eso. Cogen las herramientas pero nada más. Y esa es la razón por la que el juego sobre el que escribo estas palabras me ha apasionado tanto.

Más cosas que solo pintar

Chicory, al igual que el resto de esos juegos antes mencionados, centra su gameplay en pintar. De hecho la única interacción que tiene el jugador con el mundo es esa, pintarlo de arriba abajo. Y esta interacción no se queda en llenar de colores el mundo y ya. Cada vez que nuestro vínculo con el pincel se intensifica, obtendremos nuevas habilidades para poder seguir avanzando. Esto recuerda mucho al diseño de los clásicos Zeldas 2D, juegos de los que ha cogido influencias Greg Lobanov, a la hora de desarrollar Chicory. De hecho el diseño llega mucho mas allá que el de los Zeldas, aplicando estas habilidades en todo el mundo y no solo en la mazmorra de turno.

A pesar de que podría hablar mucho más de lo pulido que está su diseño, el juego no se centra en el dibujar, si no en lo que significa eso. Y no solo cuenta una historia sobre el arte y el artista, nos habla tanto de lo bueno como de lo malo. De muchas situaciones y emociones con las que fácilmente nos podemos sentir identificados. Y para ello, referencia al Síndrome del impostor todo cuanto puede.

En la misma introducción nos cuentan como a lo largo de la historia han existido cientos de artífices, título que se le da a aquella persona con la responsabilidad de llevar el pincel y llenar el mundo de color. Todos ellos tienen estilos diferentes, y han marcado el mundo de una manera u otra. En definitiva son personas de gran importancia y muy respetadas. La artífice actual no es otra que Chicory, que ha cosechado gran fama por su talento en los últimos años. Pero nosotros no somos Chicory, somos una persona más de ese mundo.

El mundo es nuestra obra

Partimos de un lienzo en blanco

Y así comienza el juego. Pero un día, por mera casualidad cogemos el Pincel, y mira por donde, empezamos a usarlo. La gente empieza a pedirnos ayuda o favores, pensando que somos el artífice, y así empezamos poco a poco a asumir la responsabilidad del pincel. Hasta que nos supera. Empezamos a sentir que no estamos haciendo las cosas bien y que esto no es un juego de niños, hay mucho más detrás. No tenemos el entrenamiento, la hemos pifiado ya varias veces. Una vez asumido este gran error, decidimos devolverle al fin el pincel a Chicory. Para sorpresa de todos, la pobre está en una situación mucho peor que la nuestra, no solo por el síndrome del impostor (cuyas causas ya empiezan a aparecer), si no por la terrible depresión en la que esta sumida (sí, Celeste no es el único juego que sabe de eso).

Y aquí es donde el juego empieza a mostrarnos sus verdaderas intenciones. Poco a poco empezamos a ver todos los problemas que sufre Chicory como artífice, y como esos mismos problemas nos empiezan a alcanzar a nosotros. Todos ellos síntomas del síndrome del impostor, mostrándonos la otra cara de la realidad, la otra cara del arte. Esto no es algo que les pase solo a artistas, de hecho se dice que un 70% de las personas ha sufrido este problema en mayor o menor medida, y en ámbitos muy diferentes.

Es un problema con el que es muy fácil identificarse y que le puede pasar a cualquiera. Desde a alguien que trabaja en una oficina, a un comercial, a un estudiante, a un dibujante, a un escritor o incluso a un desarrollador. Sus síntomas son bastante comunes, desde la incredulidad de tus capacidades, insatisfacción, malas expectativa… llegando a la ansiedad y a la depresión. Y esta maravilla de juego logra extrapolar todo esto perfectamente en su campo. En el juego nos pasamos la mayor parte del tiempo intentando ganarnos el título de Artífice, entre otras cosas para salvar el mundo (como no). Y durante esta travesía hablando con Chicory vamos viendo como es la realidad de alguien que intenta llegar tan lejos en un ámbito. De hecho ahora es nuestro objetivo.

La oscuridad avanza

No estás solo

Nos enfrentamos a un montón de problemas que se reflejan como estos síntomas, sobre todo los bosses. Estos están diseñados para que nos enfrentemos a nuestros problemas mentales, literalmente (Poco más y te lías a puñetazos con una mancha oscura llamada depresión vamos). Son un reflejo de las peores partes de nuestra mente, pero tendremos que plantarles cara, asumir que son parte de nosotros y no dejar que nos engañen y nos superen. A esta parte añadirle que si la banda sonora de Chicory (de la misma autora que la BSO de Celeste) es una maravilla, en estos combates es donde más brilla.

Pero claro el juego no se queda aquí, tiene otros mil detalles que solo pulen esta increíble experiencia. El mundo obviamente no está solamente compuesto por Chicory y tú, hay cientos de habitantes más. Todos ellos tratados con mucho mimo, no solo a través de los diseños, sino también a través de su humanidad. Son personajes perfectamente creíbles, reales, con sus problemas. Algunos nos pedirán ayuda, otros se intentarán aprovechar de nosotros, y otros nos ayudarán. Están increíblemente bien implementados en este mundo.

Otro punto fuerte de este juego, como no son esas ayudas, dándole una gran accesibilidad a este juego, para que así cualquiera tenga la posibilidad de jugarlo. Desde retirar la muerte dentro del juego, cambiando el pantallazo por un «venga, levanta y a intentarlo otra vez», a diferentes ajustes en el menú de opciones o las ayudas de tus padres, que están perfectamente tratadas en el texto «La importancia de ayudar al jugador» de Kirby.

El cariño con el que esta tratado este titulo es admirable

Toda una obra de arte

He querido dejar esto para lo último porque me encanta ver que un juego que trata tan bien temas sobre la salud mental, la auto-presión que nos imponemos en estas situaciones y lo necesario que es pedir ayuda para superarlas, tenga esta gran accesibilidad, haciendo que el juego sea disfrutable por cualquiera y tratando de imponer la menor presión posible en el jugador.

Y con esto cierro el análisis del que ha sido uno de mis juegos favoritos durante el comienzo de año (a pesar de haber salido en junio de 2021) por no decir que fácilmente entra en mi bolsa de «mejores juegos». Es uno de esos títulos que es difícil de olvidar, pero no solo por lo divertido que es, lo bonito que es, o su banda sonora, si no por todos los temas que trata. Dando momentos increíbles que llegan al alma, desde bosses, a simples charlas. Pasando de puzzles increíbles o un gran sentimiento de superación a simplemente cantar una canción en la cima de una montaña que se me va a quedar grabada en la mente para siempre.

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